Como pastor vuestro, os animo a prepararos con intensidad en esta Cuaresma para vivir la Gran Semana, la más importante del año para todos los cristianos; a profundizar en el encuentro personal con el Señor; a buscar espacios de oración, de silencio tan necesario en nuestras vidas.
Ser cristiano, miembro de una parroquia, hermandad, cofradía o movimiento apostólico en nuestros tiempos no es fácil; sin la ayuda de Nuestro Señor Jesucristo y su Santísima Madre, nos parece imposible. Con su auxilio podemos conseguir que nuestra fe no se desvirtúe y acabe convirtiéndose en una mera expresión de folklore popular; en un rito puntual sin conexión con toda nuestra vida. En nuestra bendita tierra, las cofradías están llamadas a ser testigos en medio del mundo con una labor abnegada y silenciosa a lo largo del año dando culto al Señor y su bendita Madre, haciendo posible el crecimiento espiritual de todos sus miembros, asistiendo a los menos favorecidos y propiciando un mayor conocimiento de la doctrina cristiana entre propios y ajenos.
Os animo a perseverar en el don que todos hemos recibido en el Bautismo y la Confirmación: ser testigos, enviados por el Señor para proclamar la salvación que él, vencedor de la muerte, nos ha otorgado. En vuestras hermosas procesiones en Cantillana podréis manifestar todo esto públicamente, en cada salida que hacéis, estáis anunciando estas realidades.
Ruego a Dios, nuestro Padre, que os conceda a todos los que participaréis en los oficios y celebraciones vivir intensamente la Semana Santa, la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo; como nos dice San Pablo, a no echar en saco roto la gracia que habéis recibido de parte de Dios (Cf. 2 Cor 6,1). Que Jesucristo, nuestro Señor, y su Santísima Madre, os acompañe y sostenga en toda vuestra vida.
Recibid un saludo fraterno y mi bendición.
