HDAD. NTRO. PADRE JESÚS NAZARENO

MUY ANTIGUA Y FERVOROSA HERMANDAD DE NAZARENOS DE NUESTRO PADRE JESÚS NAZARENO, SEÑOR DE LOS PESCADORES


Pocos datos conocemos que nos sitúen en la fundación de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la ausencia de documentos y la historia de la corporación, escasamente estudiada no permiten conocer en profundidad sus orígenes. Se funda a imitación de la cofradía de los nazarenos de Sevilla, conocida actualmente como “El Silencio” y muy posiblemente en la primera mitad del siglo XVII, cuando en otros pueblos de la provincia también se fundan cofradías de similar advocación y también con la hermandad del Silencio como referente, de la que terminan siendo filiales.

El dato más antiguo que actualmente tenemos de la hermandad es de 1674, lo que permite situar su fundación anteriormente a esta fecha, pues entonces estaba ya establecida según se desprende de un libro de visitas. La propia imagen del Señor esta datada por estos años, por lo que la fundación podría situarse como mucho unas décadas antes, todo esto no dejan de ser hipótesis en base a la escasa documentación que se conserva y que bien pudieran servir de base a futuras investigaciones.

En 1698 de nuevo tenemos una reseña de la hermandad en una nueva visita en la que dice: “La cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno tiene de renta 25.998 mrs. Para procesión y misas. Mayordomo Diego Sánchez. Alcanzó la cofradía en 83.308 mrs. Y fue alcanzado en 3 fanegas y media de trigo y dos fanegas y media de cebad. Octubre de 1698”. Del mismo año es la esquila de plata que la hermandad posee y que era utilizada para anunciar la llegada de la procesión en la madrugada, siendo portada por un hermano al comienzo del cortejo.

En fechas cercanas encontramos otros datos, algunos trascendentales para entender el presente de la misma como su establecimiento en la ermita de San Bartolomé, la procesión en la madrugada del Viernes Santo y el Sermón de Pasión que popularmente llamamos “Sermón de Jesús” y que ha llegado hasta la actualidad como uno de los ritos más antiguos y tradicionales de nuestra Semana Santa, remontándose posiblemente a muchos años atrás, por paralelismo con otras cofradías similares.

El siglo XVIII trae consigo un gran esplendor debido entre otros factores al arraigo devocional que el Señor adquiere en Cantillana, y que hizo necesario practicar una ventana en el lateral de su capilla para que los fieles pudieran venerarlo cuando la ermita estaba cerrada y era tal la devoción que según cuentan, nunca estaba solo; a la presencia de algunas familias notables de Cantillana entre sus hermanos y la filiación a la hermandad de los pescadores que tuvieron como protector a Jesús Nazareno, hecho que propició que popularmente se conozca como “el Señor de los Pescadores”, apelativo popular que ha llegado a nuestros días.


Aquel auge del pasado se materializó en importantes enseres como la valiosa cruz de carey que Diego Calvete ejecutó en 1711 y estrenó Nuestro Padre el año siguiente; la pareja de ángeles pasionarios con el hisopo y la lanza; la suntuosa túnica bordada en oro de estilo rocalla; y muy especialmente las pinturas de su capilla de San Bartolomé con un completo programa iconográfico de ángeles portando atributos pasionarios y filacterias y cartelas con versículos alusivos a Nuestro Padre Jesús, prefigurado en la figura de Isaac cuando su padre Abraham lo lleva al sacrificio, o aludiendo a la cruz como instrumento de nuestra redención.

Ya en esos años la procesión se realizaba de una forma invariable que ha llegado hasta las últimas décadas, saliendo a las tres horas de la madrugada (las dos horas solares del Viernes Santo), la hora que la tradición dice que fue prendido y comenzó la Pasión. Tras la salida, se dirigía en primer lugar a la cruz de la calle San Bartolomé para comenzar la ceremonia del encuentro que se realizaba con San Juan y la Virgen del Consuelo, que desde entonces hasta el 2001 acompañaba al Señor. En el encuentro, que era uno de los momentos más esperados de la Semana Santa no faltaban las saetas de los muchos aficionados al cante que siempre ha contado Cantillana, entre ellos cabe destacar a Miguel “El Cantaor”, Manolo “El Canario”, Antonio “El Burraco” y un largo etc.

Seguía hasta la Parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción por el recorrido habitual de las procesiones locales, pero al llegar a la calle de la cárcel se desviaba hacia el Palacio donde Jesús bendecía a los presos al pasar por la cárcel y como aún sigue haciendo al amanecer del Viernes Santo, los campos de Cantillana y las aguas del Guadalquivir, fuente de sustento de los agricultores y de los pescadores, tan devotos del Señor, mirando desde el Palacio la vega que se extiende a sus pies hasta perderse en el horizonte.

El Sermón de Jesús era el culmen de la Estación de Penitencia. Ha llegado hasta nosotros algo simplificado respecto a cómo se realizaba en tiempos pasados, buscando la cofradía un buen predicador para el mismo. Dentro del Sermón se representaba varios pasajes de la pasión mediante unos pregones que entonaban personas del pueblo que hacían de pregoneros con una melodía entre el gregoriano y la saeta antigua. Hasta nosotros ha llegado el pregón del “canto del ángel” que recuerda al ángel confortador en Getsemaní y “la sentencia de Pilatos”. Conocemos que, durante el siglo XX, Manuel Blanco Pino hacía de Pilatos y “el Monaco” como Ángel se encargaron de cantar los pregones, luego se encargó de hacerlo Manuel Blanco “el ciego” y Manuel Sanz Rimada a quienes sustituyó José Díaz Hidalgo “Joselito el sacristán” haciendo ambos pregones hasta su último Viernes Santo, en 2015, actualmente se encarga de ello Pepe Fernández “Niveleta”

Tras hacer estación ante el Monumento Eucarístico y un breve descanso para reponer fuerzas, continuaba la procesión hasta San Bartolomé, destacando la ausencia de acompañamiento musical, y la profunda devoción de los fieles, especialmente las devotas del Señor que alumbrándolo con velas iban detrás del paso al que seguía la Virgen del Consuelo.

El paso era llevado por maniguetas en número de ocho, y según la tradición oral mantenido en el pueblo fue costeado por los propios pescadores y eran ellos los encargados de portarlo, perteneciendo cada manigueta a una familia pasando de padres a hijos el honor de llevar sobre sus hombros al Señor, tradición que ha pervivido hasta el estreno del paso actual en 1982, dándose la curiosa circunstancia que todavía algunos costaleros son descendientes de aquellos pescadores. Algunas de aquellas familias eran conocidos en el pueblo con los apodos de “los Faraones”, “los encantos”, “los guapos”, “los Quevedos”, “los Caleros” entre otros que por falta de documentación no podemos enumerar. Capataces del paso fueron a lo largo del siglo XX D. Antonio Núñez, D. Juan Manuel y D. Jesús Reina, entre otros.

La fidelidad a su carácter y el respeto hacia el Señor han sido indispensable para que se mantenga viva la devoción a Nuestro Padre Jesús a pesar de las dificultades que a lo largo de la historia han golpeado su Hermandad especialmente en el siglo XIX en que llegó a extinguirse como tal, encargándose la figura de un mayordomo de mantener el culto, siempre respaldado de innumerables devotos, especialmente de los pescadores que siempre portaron el paso. La figura del mayordomo se asocia siempre a la familia Sarmiento, entre otros fueron mayordomos de Jesús, D. Francisco Sarmiento Rivas en el siglo XIX, D. Rafael Sarmiento Sarmiento, D. Francisco Sarmiento Espinosa y D. Antonio Sarmiento Solís.

Al extinguirse la antigua cofradía, desaparece también la procesión como tal, es decir el cortejo con insignias y nazarenos, quedando solo el paso del Señor y el muñidor que debió de tener gran importancia, puesto que se mantuvo durante todo el siglo XIX y gran parte del siglo XX, y así se mantuvo la devoción del Señor, siempre fuerte y arraigada como lo fueron sus cultos. De la solemnidad de su quinario tenemos constancia fotográfica y documental en las primeras décadas del siglo XX, celebrándolo conjuntamente con Nuestra Señora del Consuelo, tan unida a la devoción nazarena, estrenándose en aquellos años una copla en honor del Nazareno, del músico local D. Manuel Blanco Pino. 

Su afiliación a la Archicofradía de Jesús Nazareno de Sevilla le permite gozar de innumerables privilegios y agregaciones a varias congregaciones religiosas y a la Basílica romana de la Santa Cruz de Jerusalén, a donde el Papa hace estación en Domingo de Laetare. Es por ello que, como adhesión a la estación del Sumo Pontífice a esta basílica, ese mismo día se celebraba la Función Principal en honor del Señor y los cinco días anteriores el quinario, fecha que compartía con otras cofradías nazarenas y que fue mantenida hasta 2015.


Para los devotos de Nuestro Padre Jesús es un orgullo que la imagen no fuera necesario esconderla para salvaguardarla de la destrucción que muchos exaltados llevaron a cabo en nuestros templos durante la guerra civil en 1936, D. Miguel Ferrera y D. Miguel Palomo en el momento que estaban destruyendo retablos e imágenes de San Bartolomé lo cogieron y lo trasladaron al convento de San Francisco mientras que San Bartolomé se convertía en un economato. Cuando volvió a abrirse al culto, volvió el Nazareno a su capilla a recibir las oraciones de su pueblo, especialmente los viernes, que era el único día de la semana que se abría la ermita, precisamente para efectuar la tradicional visita al Señor.

Cuando en 1957 se abre una nueva vía publica junto al llano, convirtiéndose pronto en una de las principales arterias del pueblo, el ayuntamiento rotuló dicha calle con el nombre de Nuestro Padre Jesús, siendo entonces junto a la “calzá” (dedicada a la Virgen de la Soledad), la única calle dedicada a una imagen de la localidad. 

En 1961, se celebraron unas misiones populares, las cuales fueron muy positivas, saliendo en procesión para tal fin las imágenes de Nuestra Señora de la Soledad, Patrona de Cantillana, y la de Nuestro Padre Jesús Nazareno, protagonizando estas celebraciones dos de las imágenes que cuentan con gran devoción por todos los cantillaneros. En aquella ocasión Nuestro Padre Jesús visitó el barrio de “El Chito”, enclave donde residían muchos de los pescadores.

En los años de 1970, con el intento de revitalizar la cofradía se reúnen un grupo de devotos con D. Antonio Sarmiento Solís al frente y D. Jesús Espinosa Núñez, D. José María Barranca Domínguez, D. Jesús Reina Núñez, D. Luis Hernández Martínez, D. Antonio y José Martínez Muñoz, D. José Jesús Murillo Macías, D. José Oliva Cano, D. Juan Quevedo Palma y D. José Manuel Castillo Espinosa. Reorganizan la hermandad en 1978, iniciando el proyecto de la construcción de un nuevo paso, que fue realizado por el tallista sevillano D. Antonio Díaz Fernández en madera tallada y dorada con oro fino, en estilo neobarroco.

La junta de gobierno al construir el nuevo paso, siempre quiso mantener la forma tradicional de portarlo y reservar las maniguetas a las familias encargadas de portarlo, y así salió los dos primeros años, pero el elevado peso del mismo obligó que se adoptara el sistema de trabajaderas y en 1983 salió por primera vez llevado por costaleros, muchos de ellos los mismos que portaban las maniguetas. Al año siguiente salió por primera vez con acompañamiento musical.


Quiso el ayuntamiento reconocer la secular devoción que durante siglos han profesado los cantillaneros al Señor de San Bartolomé y así concedió la Medalla de oro de la villa a Nuestro Padre Jesús, esta le fue impuesta el 21 de junio de 1998 al finalizar una misa que se celebró en la plaza del Llano con el Señor en su paso a las puertas de su ermita, posteriormente comenzó una procesión extraordinaria que llevó al Nazareno por un recorrido totalmente distinto al de la madrugada, visitando barrios populares como “El Chito”, “las veredas" o la Avenida de Andalucía y pasando por la calle que lleva su nombre, fue acompañado por la Banda de Música Ntra. Sra. de la Soledad de Cantillana.

Se redactaron nuevas reglas, las cuales fueron aprobadas en el año 2003, realizándose entonces las primeras elecciones en la etapa actual de la hermandad. En aquellos años se adquiere una antigua vivienda en el Palacio, donde se construye la casa-hermandad que fue inaugurada en 2009 y que supuso una de las aspiraciones de la corporación que hasta entonces tenía sus enseres dispersos, primero en casa de los hermanos y luego en las dependencias del antiguo convento.

En las últimas décadas la hermandad ha ido consolidándose, creciendo en número de hermanos, e incrementando su patrimonio, estrenando el Señor diversas túnicas, entre ellas dos nuevas túnicas bordadas. Los cultos han ganado en solemnidad y  esplendor, destaca en este plano, el viacrucis que a partir de 2014 se viene celebrando en cuaresma y que cada año lleva un recorrido diferente por barrios donde habitualmente no pasa el Señor que es recibido por el vecindario con profunda devoción exornando balcones y calles por donde pasa. En este aspecto destaca la presencia del Señor en la barriada de la Esperanza, en el Chito y sobre todo la visita al Santuario de Nuestra Señora de la Soledad en 2016; el traslado del Señor a su paso es otro momento ineludible de las vísperas de Semana Santa que se ha incorporado en los últimos años. En el 2019 la Santa Sede ratificaba canónicamente el patronazgo de la Santísima Virgen de la Soledad, por tal motivo se celebraron diversos cultos extraordinarios durante el mes de octubre, culminando con la salida extraordinaria de la Patrona y la lectura solemne del decreto emitido en Roma ratificando el Patronazgo Apud Deum. Para la salida extraordinaria, Nuestro Padre Jesús Nazareno salió a las puertas de San Bartolomé para recibir a la Virgen de la Soledad, propiciando uno de los momentos más emocionantes del día.

Finalmente, destacar la recuperación del cuerpo de nazarenos en el 2019, después de más de 200 años, destacando por la compostura y seriedad que guardaron en todo momento de la procesión. El hábito es el habitual de los nazarenos, en color morado.

La imagen de Nuestro Padre Jesús Nazareno, es una soberbia escultura de escuela sevillana y autor desconocido fechada en el siglo XVII. Se ha atribuido a diversos autores, siendo la hipótesis más corriente la que lo atribuye al entorno de Pedro Roldán, en este aspecto destaca la similitud con otras imágenes del circulo de Roldán, especialmente con el Nazareno del Camino de la Capilla del Patrocinio de Sevilla o el Señor de la Humildad de Fuentes de Andalucía. Representa a Jesús camino del calvario cargando la cruz, encorvado por el peso de la misma y aunque realizado para vestir, esta todo tallado con un interesante estudio anatómico y una excelente policromía oculta bajo repintes de diferentes restauraciones. La utilización casi exclusiva hasta la actualidad de corona de espinas y potencias de plata, la rica túnica de rocallas, la cruz de carey, los ángeles pasionarios a sus pies, o incluso la postura de sus manos han propiciado que durante décadas haya ido forjándose una iconografía propia digna de mantenerse como parte importante de la identidad de la imagen.


Del patrimonio de la hermandad, destaca sobremanera las piezas históricas del ajuar del Señor como la maravillosa cruz de carey, obra de Diego Calvete ejecutó en 1711, conservándose el contrato de ejecución donde se apostilla “del mejor carey que hubiere”, expresión que denota que los hermanos no escatimaron en hacerle al Señor la mejor cruz posible, evidenciando el poderío que tenía la hermandad; la túnica de rocallas del siglo XVIII que posee los bordados más antiguos de la Semana Santa de Cantillana; los arcángeles pasionarios, dos de ellos del siglo XVII o del XVIII, y otros dos sacados de punto de los dos primeros, escoltando al Señor; el juego de corona de espinas y potencias de plata de ley, del siglo XVIII que conforman la imagen más clásica del Señor; o la campanita de plata de 1698 y la bandeja limosnera de 1739.

También es destacable la túnica de bordados otomanos sobre terciopelo rojo, regalada por los devotos del Señor en 2018, otra túnica morada también de bordados otomanos y varias coronas de espinas y potencias de plata, así como broches y joyas donadas por hermanos y devotos.

Pero sobre todo lo material, el mejor patrimonio que posee Nuestro Padre Jesús es la devoción honda y autentica de todo un pueblo que desea caer preso en las redes del Divino Pescador. Una devoción recia y firme heredada de nuestros mayores que se constata día a día ante aquella reja de la vieja capilla donde nunca faltan velas y súplicas, dibujada en aquellos cuadros de viejas estampas en blanco y negro en tantos hogares del pueblo; cada viernes en un camino de promesas calladas hacía su capilla y que culmina en el escalofrío del alba del Viernes Santo haciendo de la antigua Naeva una nueva Jerusalén, una calle de la Amargura salpicada de la cera que las promesas de las mujeres de Cantillana queman tras los pasos del Señor, entre el eco de viejas saetas, rememorando la oración en el huerto y estremeciéndose al escuchar la sentencia de Pilatos en el ancestral Sermón de Jesús; que recorta el aire del Palacio cuando Jesús bendice nuestros campos regalándonos una estampa singular helada con el frío del amanecer y cuando en loor de multitudes al igual que andaba por Galilea, por Judea o por Betania sube por Buenavista o llega al Llano, y todo el pueblo implora la bendición paternal de aquel Isaac Divino que como cordero que llevan al sacrificio carga con nuestras culpas.


Información recopilada de la revista cultural municipal
“Cantillana y sus Hermandades de Semana Santa”
editada en la cuaresma de 1995.
Y José Manuel Barranca Daza

Fotografías: Estudio Imagen
J.A. Gómez Silva
J. Ángel Espinosa