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La peregrinación, que dio inicio el pasado 24 de febrero, ha estado salpicada de numerosos actos como la celebración en la Iglesia de Santa María de Montserrat de los Españoles de la segunda sesión del Simposio Internacional Soledad: V siglos, centrado en la devoción a la Santísima Virgen de la Soledad. En dicha sesión participaron el P. Rafael Jesús Jiménez Morillo, O.P. quien disertó sobre "Santa María al pie de la Cruz: doctrina y piedad", mientras que el D. Álvaro Román Villalón, párroco de San Lucas de Sevilla e hijo de Cantillana, habló sobre "Los patronazgos marianos en Occidente". A su término, participaron en la Santa Misa dominical.
Los peregrinos también pudieron participar en la misa celebrada por D. Manuel Martínez Valdivieso, párroco de Ntra. Sra. de la Asunción de Cantillana, en la Capilla Paulina de la Basílica de Santa María la Mayor ante la Salus Populi Romana, patrona de la ciudad de Roma, y ser testigos de la renovación simbólica de la adscripción a la Orden de los Siervos de María y Santa Misa de Acción de Gracias en la iglesia de San Marcelo.
Además de este enfoque más religioso, el grupo peregrino pudo contemplar el impresionante patrimonio que guarda la ciudad de Roma, como los Museos Vaticanos, el Coliseo, los Foros Romanos y otros monumentos del centro romano.
Pero de entre todos los momentos que la Hermandad de la Soledad guarda con mayor emoción es la audiencia concedida por Su Santidad el Papa Francisco en la mañana del miércoles 28 de febrero. En esta audiencia, el Hermano Mayor de la corporación, Manuel Naranjo Ferrari tuvo el honor de entregar al Santo Padre un cuadro con la imagen de la Virgen de la Soledad, recibiendo la bendición del Papa. En la catequesis, el Santo Padre examinó la envidia y la vanagloria, dos vicios capitales propios de las personas que buscan ser el centro del mundo y de todos los elogios.
La Hermandad de la Soledad ha conseguido convertir este acto programado en uno de los más especiales que se vivirán a lo largo del año de la Coronación Canónica, consiguiendo llevar a nuestra Patrona ante la más alta autoridad de la Iglesia.
