En Cantillana, la Fiesta del Corpus siempre se ha vivido con gran intensidad y participación, no obstante, históricamente ha destacado por su gran devoción eucarística y su religiosidad, la Archicofradía del Santísimo Sacramento, de las más antiguas cofradías sacramentales instituidas en la Archidiócesis (siglo XVI) y cuya fundación se atribuye a la Venerable Teresa Enríquez de Alvarado, ha sido de las instituciones religiosas más notables y pujantes de la localidad, atesorando un enorme patrimonio que desgraciadamente perdió en la Guerra Civil Española, no por ello decayó el fervoroso culto que le tributa al Santísimo Sacramento, como igualmente lo ha hecho a lo largo de la historia otras asociaciones piadosas como las Marías de los Sagrarios, los Niños de San Tarsicio o la Adoración Nocturna en sus secciones masculinas y femeninas, perviviendo actualmente esta última.
La custodia o viril que se sitúa en el interior de la custodia de torre es una destacada pieza de la orfebrería parroquial, siendo de las escasas piezas de platería que subsistieron los efectos de la Guerra Civil, fue realizada por el famoso platero cordobés Damián de Castro en la segunda mitad del siglo XVIII, en plata sobredorada y estilo rocalla.
También hay constancia de que en 1698 salía ya la imagen del Dulce Nombre de Jesús titular de la cofradía de la Santa Misericordia, establecida en el Hospital del mismo título, hoy iglesia de la Misericordia. Precisamente la participación de esta devota imagen conocida como el Niño de Dios o el Niño de la bola, es de las notas más singulares del Corpus cantillanero, desde aquellas fechas lejanas hasta la actualidad. El Niño de Dios, imagen protobarroca de autor anónimo, hacía 1600, preside el primer paso del Corpus y protagoniza la jornada de las vísperas con el traslado procesional desde su ermita a la parroquia de Ntra. Sra. de la Asunción, acompañado de gran número de niños, colectivo que además se encarga de portarlo, siendo el Niño de Dios la cantera de los aficionados del costal en el pueblo. Es tradición de tiempo inmemorial que a lo largo de la procesión se le presenten los niños pequeños que son subidos en su paso, protagonizando una fotografía que no falta en la infancia de ningún cantillanero. Cuando el Niño de Dios llega en el Corpus a la esquina de la calle Cristo de la Misericordia con la calle de la Iglesia se coloca a un lado y espera que pase el Santísimo Sacramento en su paso de custodia, volviendo posteriormente a la Misericordia seguido de la Banda de Música y del bullicio de niños y padres, cerrando con el característico sonido de la campana de su ermita la jornada del Corpus, propiciando una de las estampas más singulares del día.
Desde el siglo XIX, los cantillaneros mostraron una gran devoción al Sagrado Corazón de Jesús que culminó con la Consagración de la villa de Cantillana en 1930 y la dedicación de una de las plazas más típicas del casco antiguo, colocándose también un azulejo en la fachada del Ayuntamiento. Por todo ello, la novena en su honor culminando con procesión Eucarística, revistió en el pasado de gran solemnidad y amplia participación de fieles. La imagen del Corazón de Jesús salía en su paso en la procesión del Corpus, dejando de hacerlo en la década de 1960.
El patrón de la Iglesia Universal y de los carpinteros y artesanos, el patriarca San José, esposo de la Virgen María, cuenta con una arraigada devoción en la Iglesia Católica. En Cantillana se celebraba antaño en su altar un septenario que finalizaba en su festividad del 19 de marzo. Aunque hay diversas imágenes de San José en el pueblo, la que forma parte de la procesión del Corpus quizás sea la más emblemática. Procede del extinto convento de San Francisco, siendo una imagen de finales del siglo XVIII atribuida a Patrone, restaurada por D. José Ordoñez hacía 1930, posee vara rematada de azucenas y nimbo de plata, y el Niño Jesús que porta en su mano lleva un antiguo traje de raso bordado en seda.
Finalmente, en el Corpus de 2014 salió por primera vez un cuarto paso, el de Santa Ángela de la Cruz. La Santa sevillana es titular de la Archicofradía Sacramental desde su beatificación en 1982, custodiándose en el altar de los titulares una reliquia de la misma. Era deseo de los hermanos de tener una imagen de dicha santa, y costeada por un numeroso grupo de hermanos y devotos, fue bendecida en la víspera del Corpus de ese año, saliendo en procesión a partir de ese año. Se trata de una imagen de tamaño natural realizada en madera de cedro y telas encoladas por el artista cantillanero D. Luis M. López Hernández, que porta en su mano una cruz, emblema de la institución fundada por ella, las Hermanas de la Compañía de la Cruz.
A destacar también el exorno de todo el recorrido, en que los vecinos sacan las mejores galas para recibir al Señor. Todas las calles amanecen con una alfombra de juncias y mastranzo que imprime el singular aroma tan característico del día. Colgaduras, colchas y mantones cuelgan de los balcones, mientras que en las aceras los vecinos colocan macetas que llenan de vegetación y color todo el recorrido, costumbre esta última quizás más en desuso, puesto que ya no hay tantas macetas en las casas como antaño.
Es tradición también la colocación de altares al paso de la procesión, tanto por particulares como por hermandades; en este aspecto, el Ayuntamiento convoca un concurso de altares que fomenta la participación e implicación de los vecinos en la fiesta. El Ateneo de Cantillana organiza también coincidiendo con estos días otro concurso de balcones y exorno de fachadas y calles, no sólo de la procesión, sino en todo el pueblo.
Sin duda, el Día del Corpus es una de las mañanas más bellas del calendario festivo de Cantillana, donde se aúna la religiosidad de la localidad con el peso de la historia y la tradición de una de sus fiestas más antiguas que conocemos, configurando una explosión de color y de luz en torno al Santísimo Sacramento del Altar.