Así podemos verlo en estos días de los cultos del Señor de la Sagrada Entrada en Jerusalén, en esta ocasión, se sitúa sobre su peana procesional y porta la antigua túnica morada con ricos galones de oro y el cíngulo de los jarrones, todos ellos son del siglo XVIII al igual que las potencias de plata sobredorada y el flagelo que porta en su mano derecha. La cruz de madera con embuticiones de sección rectangular también data de la misma fecha, mientras que en la cabeza porta una de las coronas de espinas que posee (en esta ocasión una de reciente ejecución en metal dorado, regalo de un devoto).
Todos estos elementos nos evocan a la época en la que el Niño de Dios salía en procesión en los días de la Pasión, costumbre que se perdió con el tiempo y recuperada hacía 1980 durante varios años.
¡Bendito sea el Dulce Nombre de Jesús!
Fotografías: J. Ángel Espinosa